24 de enero de 2010

Espectáculos de Sillmarem III. (Diskoflón)






El conde


ESPECTÁCULOS DE SILLMAREM III.


DISKOFLÓN



Otro de los más recientes deportes de moda en el planeta Ekatón es el conocido como Diskoflón.

....Su aristocrática mejilla se iluminó, por el resplandor procedente de una imagen tridimensional de holovisión, la cual retransmitía con nitidez el último partido de la fase final del nuevo deporte de moda en el Imperio, conocido como Diskoflón. El Conde amplió el tamaño de la imagen tridimensional casi a escala real. 

Apreciándose como dos hinchas se daban un cabezazo en los graderíos, liándose a puñetazos entre el jolgorio del público mientras una pareja de fornidos guardias, empuñando largos bastones eléctricos, les soltaban sendas descargas de advertencia para bajarles los humos. El estadio estaba abarrotado de público.

El centro de su campo de juegos, consistía en una pirámide fabricada con una composición translucida de cristalanio, la cual rotaba lentamente sobre su eje, coincidiendo en su misma base como otra pirámide ubicada a la inversa, la cual giraba en sentido opuesto, en definitiva una estructura poliédrica tridimensional de pirámides superpuestas girando en sentido opuesto una de la otra. En su interior volaban o permanecían flotando cinco jugadores de cada equipo, sobre Ovodiscos gravitatorios, ligeramente alargados por sus extremos delantero y trasero. 

El juego consistía en introducir un disco luminoso dentro de una obertura circular, la cual se ensanchaba y estrechaba hasta cerrarse y desaparecer, para reaparecer en un lugar distinto cada vez del campo de juegos de la manera más inesperada, en intervalos desiguales de tiempo, quién más veces puntuase ganaba. A esta dificultad se le añadía el constante giro de la gran estructura poliédrica, la cual desconcertaba a los jugadores a la hora de percibir en qué dirección podía rebotar el disco previamente lanzado, sin contar con que cada rival ataviado a su vez con un escudo de plastanio, podía desviar o rechazar la dirección del disco.

Este a su vez podía variar tanto de tamaño como de velocidad y temperatura, transformándose en una letal amenaza para el jugador que pretendiese interceptarlo, pudiendo incluso seccionarlo. 

De vez en cuando aparecían figuras de luz tridimensional, que al ser tocadas por los jugadores permitían otorgar una cualidad especial al disco, doblar el valor de su puntuación, o lograr una ventaja especial para su equipo. En ocasiones el mismo disco de luz emitía “dos reflejos de sí mismo”, engañando a su posible interceptor y obligándole en un lapso de tiempo increíblemente corto, a identificar cual de los tres discos era el verdadero. 

El ritmo y los rebotes, junto a la velocidad que alcanzaba el disco, podía llegar a ser tan frenético como desconcertante y tanto más, cuanto más se tardaba en introducir en una obertura circular. Después del segundo saque, del segundo tiempo, uno de los defensas del equipo azul situado en el lado derecho del campo de juego, lanzó el disco contra uno de los tres cilindros de luces amarillas, verdes y rojas dispuestos en el centro del campo. Cada uno concedía una bonificación distinta, en este caso el recinto se oscureció, captándose únicamente las líneas fluorescentes de la marcación del campo. 

Sobre fondo negro sólo se podían apreciar las líneas blancas y azules de los jugadores de ambos equipos y el rojizo reflejo del disco, cubriendo el interior del campo de juego con una atmósfera impactante, un inquietante espectáculo de luminosas siluetas del cual se podía esperar cualquier cosa. A la par los blanquecinos jugadores del campo izquierdo, aguardaban situados en sus demarcaciones defensivas y observaban como el jugador del equipo azul que había conseguido la bonificación, recuperaba el disco con su guantalete metálico y de un potente lanzamiento se lo pasaba a uno de sus compañeros, el cual se había situado en el semicírculo del área rival. 

Éste, a su vez, los desvió con su escudo verticalmente pasándosela a otro delantero, que se había abalanzado sobre su ovo-plato y con su escudo desviaba el disco en la obertura-portería recién aparecida marcando un increíble tanto, aunque sin poder evitar ser decapitado por el ovo-plato gravitatorio de un contendiente del equipo rival, el cual emitió un salvaje chillido de satisfacción. La multitud aplaudió encantada. El Conde asintió con parsimonia.

-Buena jugada.

-¡A eso le llamo yo perder la cabeza por el juego! Gritó alguien del público arrancando las risotadas a su alrededor. 

Marcador 1-2 para el equipo Azul.

-Bien, bien seguid así. Susurró el Conde sonriente y aburrido a un mismo tiempo…








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